Las personas que leen lo hacen para olvidar, y quienes escriben, para sanar.

miércoles, 1 de enero de 2014

Como hay gente que tiene la compulsión a mentir, a comer esmalte de uñas u oler gasolina, yo tengo ESA maldita compulsión.
La de crearme historias de amor.
Desde que me conozco soy así. Mientras mis amigas hacían desfiles de modas con sus Barbies, yo creaba historias de princesas, de amores, de besos, casamientos y finales felices. Siempre me interesaron las historias de amor, no había novela, película, serie o cotidianeidad a la que no le buscara algo romántico. No sé por qué.

Es el día de hoy, el primero de un nuevo año, en el que me doy cuenta que ya no es sano. No puedo estar sola. TENGO que pensar en alguien, y a falta de una persona, me inundo en historias ficticias. Con tal de no aceptar la soledad, rememoro un amor de algo que leí. Es un escape, como todo lo que hago. Es el día de hoy que sabiendo que tengo que pasar tiempo sola y descubrirme, paso toda una noche siguiendo a un imposible. Siempre sigo imposibles.
Y ahí es cuando me pregunto... ¿Es posible la soledad? Uno puede estar físicamente solo, puede aparentar una vida completa y vitalizante. Pero... siempre se va a estar pensando en alguien. No somos bacterias, Dios nos creó para conocernos, para formar lazos. Y ahora, pasa que con tal de no pasar un minuto aceptando la soledad, voy a mi happy place. Uno que existe hace muchos años..más de los que me gustaría admitir.

¿Cambiaré?